El Síndrome del comedor nocturno
El Síndrome del comedor nocturno
Sucede algo interesante y es que en muchos casos el apetito tiende a rugir vorazmente por las noches, siendo esta en realidad la peor hora para comer en abundancia, puesto que, según antiguas sabidurías ancestrales, para una digestión más óptima, la última comida debería ser ingerida al bajar el sol.
No obstante, en el moderno presente, existe lo que se conoce como el Síndrome del comedor nocturno, cuyos efectos de no ser observados y tratados a tiempo pueden afectar gravemente la salud causando sobrepeso.
Existen varias hipótesis respecto a la causalidad de esta acción que acontece a gran parte de la población según revelan varios estudios que vienen al caso. Una de ellas considera que los sistemas de placer y saciedad están menos activos durante la noche, por lo que el cerebro, más no el cuerpo, si ha tenido una alimentación equilibrada durante el día, pide más y más.
Otra hipótesis se basa en la mala digestión del miedo a la incertidumbre y la incertidumbre que crea un desbalance hormonal.
Según Raquel Nogués, especialista en Dietética y Nutrición del Hospital Teknon, los motivos por los que esto sucede son de tipo psicológico, siendo los más frecuentes el estrés, ansiedad y la depresión, convirtiendo esta acción, de ser constante, en un trastorno.
Es normal que cuando esto sucede el cuerpo pida azúcar y carbohidratos en busca de la saciedad inmediata, es ahí donde las acciones han de contar, porque es el azúcar, en realidad, una trampa mortal. Frenar y/o satisfacer con alternativas que le brinden sanación a corto, mediano y perpetuo plazo, puede prevenir un desenlace fatal, como la hipogleucemia, que es el exceso de azúcar en la sangre, y sucede cuando al comer un cuadrito de chocolate la insulina hace su trabajo y luego pide más y terminamos por acabar con la barra entera y medio kilo de helado más.
Las consecuencias de este trastorno, además de los problemas graves de salud y la baja autoestima, cuyos efectos son tan dañinos como los físicos en la integridad de la persona, provoca negligencia, pereza y letargo, más, para todo hay solución, es cuestión de asimilación y acción.
De recomendación, siempre las hay, más la primera es escucharnos con sinceridad y amor. Para que esto suceda, no se debe encontrar un espacio al día para meditar, se debe crear ese espacio y darle la importancia para que esa meditación se active cada vez más y así podamos tomar mejores decisiones.
Lo primero que hay que saber es que al cuerpo no se le puede engañar, una buena alimentación es lo que hay que darle para equilibrarle. Comer sano es un arte, hay que estudiarle, tres veces al día llenar de colores la mesa, incluir carbohidratos, y mover la energía, es decir, moverse: baile, haga yoga, salga a correr, escoja lo que más le gusta a usted.
El gran aliado de una buena alimentación para vencer cualquier síndrome alimenticio es el ejercicio, que disminuye el índice que glucosa en la sangre y aumenta la sensibilidad a la insulina. Para ganar la batalla interna y proclamar nuestro cuerpo como un territorio de paz en donde rige la salud por encima de todo, los aliados deben ser siempre atendidos, es aquí donde entra a jugar un papel imprescindible el agua, quien nos debe acompañar a toda hora en nuestro diario andar.